Batir tres yemas de huevos con tres buenas cucharadas de azúcar, agregarles harina hasta que la pasta se despegue de los dedos al trabajarla. Amasar hasta que quede suave y rebajar con el palote hasta 2 ó 3 milímetros de espesor.
Con un molde o con una tapa, cortar la pasta en redondeles más bien chicos, colocarlos en una placa enmantecada y cocerlos a horno flojo hasta que queden bien secos.
Retirarlos, dejarlos enfriar y pegarlos de a dos con dulce de leche.
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