Tipos de vino

Esto depende del menú y de la importancia o de la etiqueta de la reunión. En principio se debe servir un vino diferente con cada plato importante. Entre los vinos uruguayos, se encuentran, hoy, tipos bien definidos y que, aunque no llegan a la perfección de bouquet y estacionamiento de los grandes vinos clásicos, tienen ya virtudes y características propias que les permiten figurar con decoro en los menús de categoría.
Las diversas clases de vinos y licores que se sirven invariablemente en toda comida, tienen establecido el momento oportuno en que deben hacer su aparición, con la sola excepción del Champagne, que puede servirse con el frito, con el asado o con e¿ postre. Como regla general, el servicio de los vinos en una comida formal, se hará en la forma siguiente:
Con el aperitivo pueden servirse Jerez “Anticuario” o vino de   Madeira  “San  Javier”.  Los ra la sopa está indicado el Jerez o el vino de Madeira, suponiendo que ninguno de estos vinos haya sido servido previamente con el aperitivo. Con el pescado es indispensable cualquier vino blanco más fuerte que el Sauter-ne, como los tipos Reserva, el Chablis “San Rosa”, el Graves, y el Barsac. Son los indicados.
El plato principal de la comida necesita un “Clarete Reserva”. Para los asados, un tipo de vino tinto ele marca, Borgoña, Riscal, Chianti o Medoc “Santa Rosa”, etc. El postre da entrada en la mesa a los tipos dulces, Oporto, Málaga, “San Javier”, Moscatel, con el Champagne, “Pond de Cave Brut” como fin de fiesta. Con el café, licores a elección de los comensales.
Por supuesto que este servicio es costoso y representa un despliegue de lujo propio para banquetes o comidas de gran aparato. Como regla general, el ama de casa que pretenda servir bien una comida sencilla y sin ostentación, tendrá más que suficiente con atenerse a unas concisas indicaciones: Vinos blancos con las ostras, la sopa y el pescado. Champagne o vinos tintos con el asado; vinos dulces con el postre y licores con el café. Cabe, aquí, la selección de vinos de marca o sencillos y la supresión completa del Champagne.
Si los asados son de carne rojas, como vaca, carnero o cordero, el vino que los acompaña será tinto.

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Cualidades del vino

El vino es un verdadero alimento. Posee cualidades energéticas indudables, pero, contraria, mente a lo que algunos aseguran, no creo exacto señalar un poder calórico . general, ya que existen muchos tipos de vinos y su producción

de calorías depende de su riqueza en azúcares y de su graduación en alcohol. A título de base se puede calcular por un vino común, un término medio de 650 calorías por litro.
El agua entra en un 85 ó 95 por cien en su composición. Contiene alcohol en proporciones variables que pueden ir desde  8 hasta 13 y 14 grados. Se conserva mejor y más tiempo cuando su graduación alcohólica es mayor. El tanino es uno de los colorantes principales del vino, al cual da un reflejo más o menos obscuro según su abundancia. El Tártaro provoca ese gusto algo áspero y desagradable que caracteriza a los vinos sin estacionamiento, pero se va solidificando y depositando con el tiempo. Esta es una de las razones por las cuales el vino se bonifica y se vuelve más suave y aterciopelado con la edad.
Esos dos elementos que contribuyen a la conservación del vino, lo hacen esencialmente tónico. Purifican la sangre y facilitan la digestión.
El.vino tiene también azúcares, sales minerales y diversos ácidos aromáticos,    cuya    combinación produce su sabor característico. Con el tiempo dichos ácidos se transforman en éteres que dan el “bouquet” o sea el perfume típico de cada vino. El bouquet se desarrolla mejor en el tonel para los vinos tintos y en la botella para los blancos. Los vinos añejos que han sido bien tratados tienen, por lo tanto, un aroma más pronunciado y más fino que los nuevos. La fermentación lenta y continua es el mejor procedimiento   de  amelioración   para los vinos tintos. Se provoca por transvases sucesivos en la primavera y en el otoño durante varios años, para obtener toda la madurez y la bonificación que los bocoyes  o  las  bordalesas  pueden producir. Recién entonces se pone el vino en botellas donde terminará de desarrollarse.
Es justo recordar al público que es necesario que colabore en esta lenta transformación organizando en su propia casa, sea en el sótano o sea en una pieza fresca, una bodega particular, como las que se usan en Europa, donde toda famlia que se respeta tiene “derriére les fagots” (detrás de la leña), si es modesta, su reserva de vinos celosamente madurados, y, si es de posición desahogada, un “cellier” perfectamente montado.
No se puede pretender, que las bodegas uruguayas, que no cuentan con los enormes subterráneos y las vastísimas y seculares bóvedas de sus colegas europeas, conserven grandes cantidades de vinos durante diez o quince años. Es el propio consumidor quien debe emprender esta tarea. ¿Y acaso no es una colocación inmejorable de su dinero?

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