Un buen vino
En lo que atañe al vino, existe un principio inmutable: el vino debe ser perfectamente límpido. Un vino turbio no es sano, es un vino enfermo o ha sido agitado y debe ser rechazado sistemáticamente.
Los vinos blancos pueden ser de un claro más o menos ambarado, pero siempre muy transparente. El vino tinto puede variar desde el color ladrillo o cebolla, hasta un rubio o rojo vivo u obscuro, pero su color debe ser siempre nítido y de clara limpidez. Para gustarlo se debe templar el vaso en la mano durante unos instantes, haciéndolo girar lentamente para que desarrolle su aroma. Se toma un sorbo y se traga despaciosamente después de haberlo paladeado un rato. Un vino es cálido, generoso, de cuerpo, cuando contiene bastante alcohol, tártaro y tanino. De lo contrario es un vino liviano.
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